Todos hemos experimentado el poder de las bendiciones de santos, padres, maestros, familiares y amigos en nuestra vida. Una bendición significa que crean pensamientos y palabras puros de felicidad, salud, armonía y éxito para nosotros. Sus vibraciones influyen en nuestro estado mental, elevan nuestras vibraciones y cambian nuestro destino. Si la bendición de alguien puede obrar milagros en nuestra vida, ¿por qué no bendecirnos a nosotros mismos?
Que Dios te bendiga, te deseo lo mejor, que seas bendecido, puede que haya sido el deseo más repetido desde la infancia. Quizás también hayas viajado lejos para buscar la bendición de ancianos, santos o alguien a quien aprecias mucho. ¿Alguna vez has considerado bendecirte? Todos hemos invocado bendiciones y experimentado su poder.
Una bendición por sí sola no obra milagros en nuestras situaciones. Primero crea un milagro en nuestra mente, al cambiarla a una frecuencia vibratoria alta. Y luego, nuestra mente, que acaba de volverse poderosa, entra en acción para manifestar la bendición en nuestra realidad. Lo que la mayoría de nosotros no nos damos cuenta es que estamos capacitados para bendecirnos a nosotros mismos (y a los demás). Cada pensamiento y palabra que decimos puede ser una bendición o lo contrario.
Los pensamientos de baja energía y las palabras de duda, miedo, fracaso o preocupación irradian lo contrario de las bendiciones para nosotros y bloquean el éxito. Cambiemos a un vocabulario de bendiciones. Revisa y transforma cualquier pensamiento o palabra de baja vibración sobre ti mismo, tanto en tus conversaciones internas como externas, en una bendición.
Recuérdalo: me bendigo. Irradio la energía de la realidad que deseo. Mis pensamientos y palabras son una bendición para mí y para lo que hago.
Repite esta afirmación varias veces para bendecirte, reconocer quién eres y celebrar en quién te estás convirtiendo. Poco a poco, te volverás más autosuficiente y seguro de ti mismo. Tus bendiciones eliminarán la negatividad en tu interior y te protegerán de las energías negativas que te rodean.
Recuerda: bendecirme es una parte importante de mi práctica espiritual diaria. Cuanto más me bendigo, más atraigo aquello con lo que me bendigo.
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