Nuestra sociedad nos hizo creer que tener cosas nos hace felices... y tener más cosas nos hace más felices. Todos los productos y servicios que vimos nos prometieron felicidad. Empezamos a comprar de todo para ser felices: casas, vehículos, dispositivos, relojes caros, ropa de marca... pero nos dimos cuenta de que no eran la respuesta. Nos sentíamos bien, pero cuando salieron sus versiones de mayor calidad/mayor tamaño, quisimos tenerlas. Así que volvimos a ser infelices. La verdad es que la felicidad viene de los pensamientos, no de las cosas. Al comprar un teléfono pensamos: ¡Guau! Ahora tengo el teléfono que siempre quise, tiene muchísimas funciones.
Nuestra creencia más profunda es que seremos felices cuando tengamos lo que deseamos. Los objetos son físicos y son importantes para la comodidad física. Preparémonos hoy para sentirnos emocionalmente cómodos. Relájate y visualízate feliz independientemente de lo que uses.
Tu casa, tu vehículo, tu teléfono… la lista de todo lo que usamos a diario es larga. Cuida hoy que tu bienestar emocional y tu felicidad no dependan de los objetos para tu comodidad física. Mantén la calma y la estabilidad mientras usas el objeto. Recuerda que tú controlas el objeto; el objeto no controla tu mente. Haz una pausa varias veces al día y repite la afirmación: « Soy feliz mientras uso todo lo que tengo».
Reconocer la propia singularidad es respetarse a sí mismo.
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