Un pintor, después de caminar por un hermoso jardín lleno de flores y respirar su fragancia, no puede recrear el mismo cuadro mientras pinta, si está enojado. Necesita apoyar emocionalmente la belleza positiva y el ritmo de la vida, para crear una hermosa pintura de una escena de la vida.
De manera similar, debemos recordar las cualidades de la otra persona y recordar que también hemos sido perdonados muchas veces por otros y que este es un viaje de dar y recibir, y en este compartir, no hay estatus superior o inferior.
Cuando nuestros pensamientos sobre una relación no están vinculados negativamente a cada pequeño error a nivel de pensamientos, palabras o acciones, que la otra persona haya cometido, podemos ver a la otra persona como realmente es y crear una hermosa relación con ella.
Una vez que hemos perdonado, también queremos compartir esta nueva alegría y ligereza con la otra alma. Al crear un nuevo cuadro, si los colores se aplican de forma imperfecta sobre un lienzo y se dejan secar, resulta difícil quitarlos o difuminarlos más adelante. Del mismo modo, debemos poner en práctica nuestras virtudes inmediatamente en el lienzo de nuestra mente y no debemos tardar demasiado en perdonar a los demás, ya que puede costarnos una hermosa relación.
Entonces, perdonarse a uno mismo se convierte en un viaje mucho más largo y difícil. En cualquier situación dolorosa en la que seamos a la vez el que da y el que recibe el perdón, tenemos que ser amables y bondadosos con nosotros mismos y dar pasos suaves. Practicar el perdón en las relaciones es la clave, ya que es lo que crea una realidad positiva para la otra alma y también para nosotros.
De esta manera, podemos compartir nuestros sentimientos con la otra alma y permanecer ligeros. Por lo tanto, el perdón no se trata solo de dejar ir, sino también de llevar mucho más amor por la otra alma para la vida futura. El perdón no borra el pasado, sino que lo mira con mayor compasión, misericordia y amor. Libera el alma y elimina el miedo.
No se trata solo de conceder el perdón a otra persona, sino también de preocuparse por el propio bienestar emocional. Es un cambio hermoso y permanente dentro de nosotros mismos, un reconocimiento del propio poder interior y una aceptación incondicional al final.
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