Ya hablamos de las influencias externas. Algunas de las influencias internas que afectan a nuestros pensamientos son las siguientes:
- deseos egoístas o impuros de alabanza, fama, venganza, codicia, permanecer en control de una situación o una persona o dominar una situación o una persona;
- el ego;
- las cargas del pasado, nuestras preocupaciones del presente o del futuro;
- apegos a personas, situaciones, objetos materiales, etc.;
- celos u odio hacia una persona en particular, visión sesgada o crítica hacia alguien, etc.
- otros rasgos de personalidad negativos
Estamos expuestos a algunas o todas estas influencias, ya sean externas o internas, todo el tiempo. Si no somos fuertes, nuestra mente se debilita bajo tantas influencias, que como resultado, se vuelve confusa, poco clara y desenfocada.
Debido a todo esto, por un lado, necesitamos tener un buen poder de juicio para permanecer conectados con lo que es esencial, importante y verdadero, y por otro lado, tenemos que fortalecer nuestro pensamiento, es decir, pensar menos; pensar más lentamente; más concentrado y claro con foco, sentido de propósito y positividad.
Ese pensamiento es como una flecha; tiene fuerza positiva y claridad y siempre da frutos poderosos. A este tipo de pensamiento se le llama pensamiento concentrado.
La práctica de la introversión o meditación durante un minuto o unos minutos a intervalos regulares durante el día nos ayuda a permanecer por encima de todas las influencias y alimenta constantemente nuestra mente con el poder del silencio, que nos ayuda a permanecer en esta experiencia de pensamiento concentrado fácilmente.
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