Compararnos constantemente con los demás puede ser un camino peligroso.
Cuando nos comparamos con frecuencia, solemos encontrarnos atrapados en sentimientos de superioridad o inferioridad.
Esto puede llevarnos a un ego inflado si nos percibimos mejores, o a oleadas de celos si sentimos que nos quedamos cortos.
Aceptar nuestro viaje único y valorar nuestro progreso individual fomenta una mentalidad más saludable, libre de las cargas de la comparación.
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