Muchas veces, vacilamos en nuestras metas de autotransformación. Empezamos con entusiasmo, haciendo cambios superficiales cada vez que algo sale mal. La mayor parte del tiempo, nuestra atención se centra en qué cambiar y cómo hacerlo. Pero a menos que exista un deseo ardiente o un deseo profundo de cambiar, la transformación no es posible.
1. Pregúntate por qué quieres cambiar. ¿Es porque alguien más no se siente cómodo con tus hábitos o comportamiento? ¿O quieres transformarte? A menos que lo desees, los cambios que ocurren son solo temporales.
2. Intensifica tu deseo de cambiar. Primero, deja de justificar viejos comportamientos o hábitos. Luego, evalúa cómo te perjudicaban a ti y a quienes te rodean. Tercero, enumera los beneficios que traerá la transformación. Interiorízalos a diario hasta que sientas un deseo ardiente de cambiar.
3. Medita cada mañana y estudia el conocimiento espiritual. La mente cultiva el pensamiento recto y el intelecto profundiza en la sabiduría. Tendrás el poder interior necesario para transformarte. Cuando realmente deseas cambiar, el porqué y el cómo cambiar se vuelven sencillos.
4. Crea una afirmación del cambio que quieres lograr en ti. Una vez que tu mente genera pensamientos en esa dirección, tu intelecto evalúa y decide. Los pensamientos se convierten en acción. La acción repetida se convierte en tu hábito. A partir de entonces, el nuevo hábito o comportamiento se convierte en parte de tu personalidad.

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