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El dulce poder del olvido


                … “Ustedes olvidan lo que tienen que recordar y recuerdan lo que tienen que olvidar…”
Esta frase fue parte de una clase que recibí hace un tiempo. Y la había olvidado, o la puse en uno de esos cajones de la memoria que abres muy de vez en cuando.
Esto no hacía referencia al olvido que se da cuando llegas a cierta edad en la que, recuerdas tu infancia, pero no donde dejaste las llaves.


Algunas veces, olvidamos casi inconscientemente una situación que nos causó pesar. Este es un acto de protección que, si bien ayuda, es solo de forma temporal; allá muy en el fondo, en ese otro cajón, quedará esa imagen archivada y disponible para salir a la luz con un clic del detonador, que puede ser un aroma, un color, una imagen, un sonido y traer de vuelta esa sensación a la que quedó conectada.

A menudo escuchamos decir, “yo perdono, pero no olvido”, y se piensa equivocadamente que así uno es fuerte, tiene la razón y hasta cierto punto poder sobre el otro. Pero si miramos más profundamente, es al otro o a esa escena a quienes les estoy dando el poder para que yo me sienta triste, dolorido o enfadado. Tú puedes recordar y sufrir de nuevo y el otro, jamás lo supo.

Cuando de manera consciente y decidida olvidamos escenas de la vida que nos causaron dolor y lo más importante, a quienes fueron los artífices voluntarios o involuntarios de ello, ese es el olvido sanador, el dulce poder de olvidar y dejar de cargar tanto rencor, dolor, deseo de desquite, etc. Todos ellos sentimientos negativos.

Para esto hay que empezar con el entendimiento y seguir con el perdón. Entendimiento de que cada uno actúa de acuerdo a su personalidad, su mundo, sus aprendizajes y sus recursos. Algunas veces, esperamos más de lo que muchos pueden dar, nos creamos expectativas y hacemos a otros responsables de nuestra decepción y ellos ¡ni se habían enterado!

Al comprender a esa persona y aceptarla tal como es, ya estás en capacidad de perdonarla y perdonarte. Si, a ti, por haberle dado una carga sin decirle ni pedírselo, aunque medie un sentimiento de amor, soy solo yo el responsable de mi sentimiento, y al otro porque, aunque obró de acuerdo a su personalidad y te generó dolor, cuando lo aceptas el perdonar se convierte en per-donar, o sea dar y así te liberas y le liberas de la carga de tus pensamientos y sentimientos negativos.

Por: Carmen Alicia Fries


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