La mayor enfermedad de la mente es pensar demasiado, sobre todo pensar demasiado en los demás: qué hicieron, qué deberían hacer, qué deberían haber hecho, qué dijeron, qué desearías que hubieran dicho, por qué hablaron. Todo esto le roba a la mente su serenidad inherente.
Pensar demasiado es como comer demasiado. La pesadez nos impide mantenernos ligeros y flexibles. Nos estancamos en las cosas pequeñas y, poco a poco, se convierten en cosas enormes de las que no podemos desprendernos. A menudo, cuando pensamos demasiado, fantaseamos y reaccionamos exageradamente. Así, creamos sentimientos negativos.
Para aliviar la carga de pensar demasiado, intenta conectarte con el presente mediante la meditación y la atención plena. Una simple práctica de hacer una pausa, respirar profundamente y observar el entorno puede ayudarte a romper el ciclo de pensamientos excesivos. Recuerda que la clave de la serenidad mental reside en alejar la atención del torbellino de "qué hubiera pasado si..." y centrarla en "lo que es".

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