Cada escena de nuestra vida diaria presenta tantas opciones de cómo ser y qué hacer. La decisión que tomamos en cada uno de ellos es un reflejo de nuestros valores. Ya sea nuestro cuidado, paciencia, sinceridad o gratitud, los valores dan dirección y agregan significado a la vida.
Como alguien que cree en la vida moral, creas una brújula de valores y la usas
para guiar tus elecciones y decisiones.
Pero a medida que te lanzas al mundo, notas que las personas a tu alrededor se comprometen con sus valores.
En esos momentos, ¿tienes la tentación de dejar el tuyo? ¿Has renunciado a algún valor solo porque otra persona con la que vives no lo tiene? Los valores son nuestra fuerza. Incluso si nadie a nuestro alrededor los usa, e incluso si otros creen que no funcionan, no debemos renunciar a ellos.
Pero a menudo nuestro comportamiento se vuelve solo un reflejo de la forma en que los demás se comportan con nosotros, y en el proceso se pierden nuestros propios valores. Vivir valores significa fortalecer consistentemente el espectro de nuestros principios y usarlos cada vez con todos.
Aferrarnos a nuestros valores, incluso frente a las tentaciones y los desafíos, aumenta nuestro poder. Los valores deben estar en el centro de todas nuestras elecciones y decisiones, siempre.
De lo contrario, si los usamos solo por conveniencia, nuestros valores pierden su valor. Elija cualquier valor y, durante las próximas 24 horas, comprométase a hacer que ese valor se refleje en quién es usted y qué hace. Úsalo siempre y con todos.
Recuerde: elijo un valor todos los días. Y lo uso en cada
pensamiento, palabra y comportamiento. Mis valores me definen. Los pongo en
acción en cada escena y fortalezco mi personalidad.
El valor que eliges se convierte en un código de conducta que te ayuda a ser
cada vez mejor. También harás una diferencia en las personas y situaciones que
te rodean.
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