Es una simple ley científica que conectamos mentalmente con quienquiera que pensemos a menudo. Si pensamos en alguien que está triste, sentimos dolor. La sabiduría espiritual nos dice que recordemos constantemente a Dios. Cuando recordamos a alguien, nos conectamos con su estado mental. Empezamos a sentir la misma emoción que él/ella, ya sea estrés, miedo o ira.
1. Comprueba si hay alguien que te preocupa de vez en cuando. Podría ser alguien a quien tienes un apego emocional, o incluso alguien que no te gusta. Esto significa que tus pensamientos le llegan, desencadenan un pensamiento en su mente, y sus pensamientos te responden. Estás conectado de pensamiento a pensamiento.
2. Recuerda momentos en los que de repente te sentiste decaído o inquieto sin saber por qué. Quizás recordaste a alguien preocupado o infeliz en ese momento.
3. Criticar, odiar o temer a la gente disminuye tu energía. Imagina que tu compañero de oficina no se desempeña bien. Sugiérele mejoras con dignidad. Después, no pienses negativamente al pensar en él o al encontrarte con él.
4. No solo durante la meditación, sino a lo largo del día, incluso en tus actividades cotidianas, recuerda a Dios para conectarte con su frecuencia. Él es el Océano de paz, amor, alegría y poder. Así, te dejarás influenciar por sus vibraciones y empezarás a sentir lo mismo.
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