¿Alguna vez has considerado cómo tu estado mental afecta no sólo a ti mismo sino a quienes te rodean, especialmente en momentos de preocupación o dolor?
La baja frecuencia de la preocupación
Cuando alguien que nos importa sufre, nuestro instinto nos lleva a estar a su lado, ofrecerle palabras de consuelo e intentar aliviar sus preocupaciones. Sin embargo, esta actitud bienintencionada podría no ser tan efectiva como creemos. ¿Por qué? Porque cuando las personas atraviesan un momento difícil, vibran en una frecuencia baja; están envueltas en emociones como la preocupación, el miedo y la tristeza. Si nos acercamos a ellas mientras también estamos preocupados, sin darnos cuenta igualamos su baja frecuencia, añadiendo más peso a su carga emocional en lugar de aliviarla.
El poder de la energía de alta vibración
Imaginemos, en cambio, si nos acercáramos a nuestros seres queridos desde un estado de alta energía vibratoria: un estado de calma, estabilidad y positividad. Esto no significa fingir que todo está bien ni ignorar sus sentimientos. Significa mantener nuestro propio equilibrio emocional para ser un pilar de apoyo sin caer en la preocupación. Cuando estamos en un estado positivo, ni siquiera necesitamos decir mucho. Nuestra presencia se convierte en una fuente de consuelo y fortaleza, animando a nuestros seres queridos a compartir su espacio con nosotros, no porque insistamos, sino porque realmente buscan el consuelo que nuestra energía les brinda.
El papel de los consejeros y el desapego emocional
La creciente presencia de consejeros en escuelas y otras instituciones pone de manifiesto un cambio en nuestra sociedad. Hubo una época en que los consejeros eran escasos, pero la gente aún lograba superar sus problemas, en parte porque las familias y las comunidades solían vibrar con una mayor frecuencia emocional. Esta alta energía vibratoria, incluso ante comportamientos estrictos o desafiantes, proporcionaba una forma de apoyo invisible que empoderaba a las personas a afrontar sus problemas.
Los consejeros de hoy son figuras neutrales y emocionalmente estables que mantienen su nivel de vibración incluso al escuchar los problemas de los demás. Esta capacidad de distanciarse, pero a la vez compasiva, permite que las personas, especialmente los niños, se sientan escuchadas y apoyadas sin la carga emocional que puede suponer la preocupación.
El desapego como amor incondicional
El desapego puede sonar frío o indiferente, pero en realidad es la forma más pura de amor y respeto que podemos ofrecer. No significa que no nos importe. Significa que nuestro estado emocional se mantiene estable y nos apoya, independientemente de las circunstancias externas. Esta estabilidad nos permite ser una verdadera fuente de fortaleza para quienes sufren, ofreciéndoles un respiro de su bajo estado vibratorio y fomentando su propia resiliencia emocional.
Empoderándonos a nosotros mismos y a los demás
El camino para convertirnos en un pilar de poder para nuestros seres queridos comienza con la autorreflexión y el compromiso con nuestra propia salud emocional. Implica identificar y procesar nuestras emociones de baja frecuencia —como la preocupación, el miedo, la ira y el apego— y priorizar cualidades de alta vibración como la paz, la estabilidad y el amor incondicional. Al hacerlo, no solo mejoramos nuestro propio bienestar, sino que también nos convertimos en un faro de apoyo y empoderamiento para quienes nos rodean.
El poder de empoderar
Adoptemos el lema "El poder de empoderar", que no solo sirve como recordatorio de nuestro potencial para inspirar a los demás, sino también como un llamado a la acción para priorizar el bienestar emocional en nuestras vidas y comunidades. Al fomentar una energía de alta vibración en nuestro interior, allanamos el camino hacia una sociedad con mayor resiliencia emocional, donde el apoyo no proviene de la preocupación, sino de una base de fuerza y amor incondicional.
Práctica de meditación guiada
Sentado en silencio, me imagino como un punto de luz en el centro de mi frente. Esta luz representa mi verdadero ser, pacífico y fuerte. Al concentrarme en ella, siento cómo sus rayos se expanden, conmoviendo a todos a mi alrededor con vibraciones de paz y fortaleza.
«Soy un faro de paz y positividad», me afirmo. «Mi presencia es una fuente de consuelo y fortaleza para quienes me rodean». Me aferro a este pensamiento, dejando que me llene de calma y estabilidad.
Me recuerdo con dulzura: «Irradio calma y estabilidad, elevando no solo a mí, sino también a mis seres queridos». Permanezco en esta sensación unos instantes, permitiendo que me fortalezca.
Al concluir, llevo conmigo esta tranquilidad y energía positiva, lista para apoyar a mis seres queridos de una manera que los eleve y los fortalezca.
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