Cuando digo que alguien me ha hecho daño, en realidad estoy diciendo que he aceptado el dolor de la otra persona.
Depende de mí si permito que las palabras o las malas intenciones de alguien entren en mi mundo interior.
Si llevo el dolor a mi interior, me siento herido, enfadado y resentido.
Si alguien intenta causarme dolor, no tengo porque aceptarlo.
Hoy decido no aceptar el dolor.
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