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Madurez

 

Madurez



A medida que maduramos espiritualmente, hay menos necesidad de que nuestro respeto por nosotros mismos se refuerce con elogios y atención especial. A medida que nuestros procesos de pensamiento se vuelven más compasivos y menos obsesionados con nosotros mismos, nos sentimos cada vez más satisfechos con nosotros mismos y con nuestras vidas.

Nos relacionamos con la gente más fácilmente y no sentimos la necesidad de llamar la atención sobre nuestros éxitos o quejarnos de nuestros problemas.

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