Una relación perfecta no se trata de nunca enojarse, molestarse o irritarse con la otra persona. Se trata de la rapidez con la que se resuelve y se recupera.
A menudo, después de una discusión o si nos han engañado, nos sentimos heridos o decepcionados; elegimos permanecer heridos o enojados durante horas, meses o incluso años. Sentimos que nuestro dolor está justificado, que fue su error, que necesitan arreglar las cosas o, a veces, incluso sentimos que las cosas nunca volverán a ser como antes. Independientemente de lo que haya sucedido, basta con un pensamiento para volver a la normalidad. La mente se hará preguntas y le dará las respuestas.
(1) ¿Por qué debería estar haciéndolo? ¿Fue su culpa? Porque mi relación es más importante que mi ego.
(2) ¿Por qué dejar que al menos se den cuenta de su error tan pronto? Porque cada momento que pasa nos causa dolor a mí y a ellos y debilita nuestra relación.
(3) ¿Seré considerado débil si cedo? Perdonar, olvidar y seguir adelante es fortaleza; permíteme darme esa fortaleza a mí y a ellos.
(4) Si me vuelvo normal, ¿ellos harán lo mismo? Puede que les lleve tiempo, pero si llego a la normalidad, el proceso ha comenzado y muy pronto volverán a la normalidad.
(5) ¿Me darán por sentado? Si las personas pueden dar por sentado mi amor y cariño, es mi fortuna. Les he dado una razón para creer que siempre los amo.
Puede haber muchas preguntas, pero tenemos la respuesta a todas si hemos decidido que nuestra relación es nuestra prioridad; su felicidad y la nuestra nos importan más que lo que está bien o mal.

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