Las heridas más profundas que todos llevamos se encuentran encerradas en nuestro subconsciente (fuera de nuestra consciencia). Recuerdos profundos e impresiones sutiles, de experiencias inconclusas, arraigadas en el pasado.
El dolor de esas heridas regresa para bloquearnos y paralizarnos en el presente.
Todos sabemos que llega sin previo aviso: "¿Por qué me siento así? No quise hacer eso, no sé qué me hizo decirlo".
Sanar no significa encontrar y curar cada cicatriz interna que nos atormenta. Significa ir aún más profundo, más allá de esas heridas, de esos recuerdos lejanos y del registro de asuntos pendientes, hasta la esencia de nuestro ser, hasta el corazón de nuestro espíritu, donde encontramos la luz y la calidez de nuestras cualidades esenciales de amor y paz.
Están eternamente presentes en nuestro interior; son lo que necesitamos para sanar todas nuestras heridas internas.
Por eso este tipo de sanación profunda se llama espiritualidad y no terapia.
Responde:
¿Y si el verdadero obstáculo en tu vida no es lo que te pasa, sino lo que no has sanado dentro de ti?
¿Te has detenido alguna vez a buscar la paz no en tus recuerdos, sino en lo más profundo de tu ser, donde habita tu verdadera esencia?
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