Es natural ser amable con quienes nos tratan con amabilidad.
Sin embargo, cuando alguien se porta mal, solemos ajustar nuestra actitud y acciones en consecuencia, esperando que cambie primero.
Esto nos deja estancados, sin un crecimiento real ni en nosotros mismos ni en la otra persona.
Hoy, elijo centrarme en las cualidades positivas de los demás, conectando con ellos a un nivel más profundo.
No dependeré del comportamiento de nadie para determinar mi propio crecimiento personal.
En cambio, acogeré lo bueno de cada persona, permitiendo que me enriquezca en cada interacción.
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