Por Elsa María Fríes
Las almas humanas, cuando nos incorporamos a la vida en un cuerpo, en la Tierra, por primera vez, venimos en nuestra mejor versión, en un estado de cualidades plenas y por ello podemos vivir una vida perfecta, de amor, independencia, familias armoniosas y condiciones físicas, económicas y sociales maravillosas, paradisíacas.
A medida que viajamos a través del tiempo, el alma va disminuyendo su perfección, la claridad de su consciencia se opaca y finalmente se oscurece. Como resultado, las condiciones de vida van mermando sus hermosos atributos hasta reducirse a lo que vemos hoy día a nuestro alrededor: problemas físicos, económicos y sociales.
El viajero espiritual, el alma, tiene memoria de lo que fue, y así siempre anhela volver a ser lo que ha sido. Inicia un camino de búsqueda que satisface a través de las diferentes religiones, pero llega un momento en que esto resulta insuficiente. Entonces el Alma Suprema interviene, y el mundo inicia una tendencia hacia la espiritualidad, al reconocimiento del ser verdadero que es la consciencia, el alma, la luz. El viajero espiritual encuentra el camino de regreso a su esencia, a su relación con Dios, y al hogar de las almas.
El camino de transformación pasa por aprender el conocimiento espiritual que le recuerda al alma quién es, de dónde viene y hacia dónde va. Este proceso involucra la meditación, que actúa como una reflexión sobre el propio ser espiritual y como un diálogo con Dios para tomar su poder y copiar sus virtudes divinas. Además, el camino conlleva la práctica de las virtudes divinas, las cuales transforman un estilo de vida ordinario en uno elevado, bondadoso y armonioso consigo mismo, con los demás, con los animales y con el planeta. El alma, iluminada por el conocimiento espiritual, sirve a las demás almas desde su ejemplo de vida y a través de su compartir en pensamientos o en palabras.
La meditación Raja Yoga, es una herramienta fundamental en este proceso de transformación. Esta práctica nos permite conectar profundamente con el Padre Supremo y embeber sus cualidades: la paz, la pureza y el amor incondicional. La autorreflexión y el recuerdo constante de nuestro estado original de pureza nos empoderan para liberarnos de las influencias negativas y de las tendencias impuras.
En el trayecto de regreso a nuestra propia espiritualidad, el alma alcanza un estado tan hermoso que se constituye en un ángel para el mundo. Ha llegado a su mejor versión, aquella alma perfecta que un día se incorporó a la vida en el planeta.
Transitar este camino no solo beneficia al individuo, sino que también tiene un impacto positivo en el entorno, ayudando a crear un mundo más pacífico y armonioso. El servicio espiritual se convierte en una extensión natural de este proceso, donde el alma iluminada comparte su luz y conocimiento con los demás, ayudando a otros a encontrar su propio camino de retorno a la mejor versión de sí mismos.
Muy hermoso Elsa, el recordatorio de volver hacia nosotros, el recordar nuestra esencia divina.
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