A todos nos gusta tener una vida organizada. La limpieza y el orden son innatas al alma. Por eso queremos que todo lo que nos rodea esté ordenado: nuestra casa, nuestra oficina, nuestro escritorio, los archivos de nuestro ordenador o teléfono, nuestro armario, nuestro jardín, etc. Mucha gente incluso tiene un programa de limpieza específico marcado con regularidad. Incluso en otros casos, cuando miramos a nuestro alrededor y encontramos cosas tiradas al azar, nos gusta ponerlas en orden de inmediato.
Pero, ¿con qué frecuencia miramos hacia dentro y limpiamos el desorden interno? ¿Cuándo fue la última vez que organizamos nuestra mente de forma que podamos acceder rápidamente a un pensamiento o emoción que queremos utilizar?
Nuestra mente es un enorme almacén de pensamientos correctos e incorrectos. A veces, cuando estamos trabajando en una actividad, la mente puede quedar divagando y creando demasiados pensamientos, ya sea sobre la tarea actual, sobre experiencias pasadas de una tarea similar, sobre personas relacionadas con la tarea o sobre una tarea totalmente no relacionada. Incluso la calidad del resultado puede llegar a ser cuestionable.
Cuando no prestamos atención al estado del ser mientras realizamos una actividad, podemos no entender por qué nos sentimos agotados o tardamos más en completarla.
La mayoría de los profesionales pasan entre 8 y 10 horas diarias en su lugar de trabajo. Debemos detenernos y observar el número real de horas productivas.
Es un buen indicador de nuestra salud emocional en términos de mente e intelecto.
Algunos de nosotros tenemos el hábito de revisar nuestros teléfonos o computadoras (Internet) cada pocos minutos para leer mensajes en las redes sociales y los medios electrónicos. Por lo tanto, no solo nuestros dispositivos, sino también nuestra mente se inundan de información. La información es la fuente de los pensamientos, por lo que la mente comienza a crear demasiados pensamientos de la misma calidad y eso agota nuestro poder interior.
La entrada de información positiva a intervalos regulares durante el día y el desapego de la información innecesaria durante el transcurso del día nos mantienen más concentrados, mentalmente incansables y activos en cada paso, lo que aporta eficiencia a la acción.
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