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Pequeñas dosis de sabiduría para grandes momentos de insensatez - Semana 4


Al momento de escribir estas líneas, el coronavirus estaba conquistando nuevos territorios, yo completaba una semana de auto-aislamiento y el país daba inicio a una histórica cuarentena nacional. Y ahora que estás leyendo, ya hemos completado tres semanas de esa medida y tal vez la única certeza que tenemos es que muchas cosas han cambiado en nuestras vidas; y estas dosis de sabiduría están incluidas en ello.

Durante este tiempo, una de mis formas de mantenerme activa físicamente fue salir a tirar la basura todos los días. Dado que vivo en un séptimo piso, bajar caminando 8 pisos para llegar al cuarto de basuras y luego regresar trotando, se convirtió en un importante momento de mi rutina. Y la basura, aquella misma que hace un mes había visto con repelencia y distancia, se convirtió en la excusa y el motivo diario para sacarle el mejor provecho al desperdicio. 
Aunque cada día cargaba la basura en mis manos, nunca ni siquiera osé pensar en quedarme con un poco por si acaso; tampoco se me ocurrió verla como mi propiedad y mucho menos querer discutir con el reciclador que alguna vez se apropió de aquello que yo apenas estaba colocando en el contenedor. 
Tan sólo apreciaba lo que ella permitía: era instrumento para mi mantenimiento físico, la fuente de sustento diario para el reciclador; también me dio la oportunidad de ver mi propia basura interna de pensamientos inútiles y negativos (la forma de ser de otros, lo que hubiera podido ser y no fue) y de sentimientos de miedo, malestar, celos, desagrado.

Luego de este ejercicio, cada día regreso a casa con la satisfacción de estar poniéndome en forma: mi estado espiritual se fortalece al decirle adiós a algún pensamiento, sentimiento y/o tendencia negativa. ¡Adiós a la basura! La casa está limpia y yo, el ser espiritual también; tengo espacio libre en mi interior para emerger la fragancia espiritual de mis cualidades y virtudes. Así construí el tercer principio de mi decálogo:

MI   DECÁLOGO   DE   PAZ   Y   FELICIDAD

3. Me hago ignorante del conocimiento de toda negatividad.

Elijo conscientemente lo que veo, oigo y hablo para mantener mi mente y mi corazón limpios, claros, livianos, serenos, enfocados en lo esencial. Conozco la realidad en la que vivo, pero no me permito albergar la basura del chisme, la crítica, la negatividad, lo superfluo o lo que no me corresponde conocer, hacer, decir. Si diariamente saco esa basura, me mantendré sano y saludable desde mi interior. Es un equilibrio en el que puedo mantener mi paz interior en medio de las tormentas del mundo y mantenerme a salvo y fuerte para ser capaz de cooperar con alegría, entusiasmo y precisión.

¡ Nos vemos la próxima semana, ojalá con menos basura y más limpieza interior!

Por Dora Lucy Guarín

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