Conversando hace un tiempo con un amigo ingeniero llegamos al tema de las energías.
Él hablando desde su conocimiento y decía “En el tema de la energía, sea cual sea
su origen, tienes que acumular primero y luego usar un aparato que la transforma
para el uso que tú le vas a dar”. Y luego comentaba que hay algunos elementos
que se almacenan por la energía potencial que contienen.
Entonces pasamos al campo espiritual ¿si todos somos energía, con nosotros qué
sucede? El espíritu, el alma, da energía vital al cuerpo, que a su vez usa la energía
de los alimentos o del sol y la transforma mediante sus sistemas para nutrirse y
funcionar. Esto en el aspecto físico, ahora hablando de la parte meramente espiritual,
de lo que llamaríamos nuestros tesoros que son los pensamientos, el tiempo,
el conocimiento, las relaciones ¿creamos energía, la acumulamos o la transformamos?
De por sí los pensamientos son energía, cuando los irradiamos a través de los
buenos deseos o de un sentimiento honesto lleno de buenas intenciones ya sea hacia
la gente o al mundo, lo transformamos en eso en sentimientos.
Sucede lo mismo cuando los llevamos a la acción.
¿Pero cuánto de lo que pensamos en realidad hacemos? Muy poco, entonces pensar
demasiado nos cansa, o sea, gastamos energía de más, no acumulamos.
Si aprendemos a pensar menos ahorramos nuestra energía.
Y como consecuencia del ahorro de pensamientos nos volvemos más precisos y
disciplinados y ahorramos el tiempo, ese tesoro que nunca podremos acumular.
Entonces ¿qué acumulamos? En el momento en que hacemos práctico un
conocimiento, generamos experiencias y estas sí se acumulan y llegamos a ser
expertos en algunas áreas, seguro que Da Vinci o Picasso tuvieron que practicar con
el pincel y el color.
Por cierto, nadie se hace experto en celos o en miedo… nos hacemos expertos
en reconocer y evitar esas emociones que nos lastiman.
Aunque algunos siguen viviéndolas dado que no han aprendido o reconocido su
sabiduría interior, no escuchan su voz interna que les dice ‘eso no es bueno
para ti’.
Con la meditación, logramos la experiencia ya sea de paz o felicidad verdaderas,
profundas, ilimitadas, y esa experiencia repetida va acumulando en tu interior
una reserva que podrás transformar, en pensamientos, palabras o acciones y
usarla cuando lo necesites.
Hay otra forma de acumular, es desconocida y es mediante las bendiciones y los
buenos deseos de los demás. Cada vez que alguien te agradece de corazón,
que te ven como un ser bueno, etc., esta energía de los buenos sentimientos
se acumula para ambos tanto para ti como para quien lo generó.
Así que no hay que ahorrar en desear lo mejor para todos.
En ver la bondad en todos.
Por Carmen Alicia Fries
Por Carmen Alicia Fries
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