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¿Ser inteligente puede ser un problema??


Cuando era niña me decían que era inteligente, pero que yo no quería aprovechar eso para ser mejor que muchos otros, la verdad solo quería jugar, eso de ganar el primer puesto no era para mí.
Más adelante comprendí que en verdad se me facilitaban muchas cosas por una que otra habilidad, nada en especial, ¿cierto? Todos las tenemos en mayor o menor grado, ahora, que se te dé la oportunidad de usarlas es otra cosa. Y así pasó durante mucho tiempo.
En cierto momento hubo algo que me hizo pensar en ello, pero hace días me ha vuelto a rondar este tema con más fuerza.
Empezó cuando fui consciente de que quería apresurar a los demás, a todos, no solo a los lentos, me preguntaba: ¿si es tan sencillo, por qué dan tantas vueltas? ¡Vamos!! ¡Al grano!! Y pasemos a lo que sigue…
¿Te ha pasado? ¿Te sientes así? Esto no es una invitación a formar parte de la “Cofradía de Adelantados”, no. Es una invitación a reflexionar sobre las diferencias.
Siendo sinceros todos tenemos momentos de velocidad, el ‘oye a correr que el tiempo es oro’ y de lentitud, de querer aplicar el slow down, la moda de ir despacio, como el niño que saborea su helado poco a poco para que dure más tiempo, el ‘no afanes, que no hay prisa’…
Y para mí, después de un tiempo de practicar meditación y el manejo de los pensamientos entendí que, es mi forma de seleccionar y procesar la información que me llega, lo que cambió y me hizo reconocer la verdadera inteligencia, la inteligencia espiritual.
Esa inteligencia que es la maravilla de saber apreciar las diferencias, entenderlas y seleccionar mis pensamientos respuesta, menos emocionalidad o racionalidad absolutas, sino una mezcla equilibrada de ambas, con lo que ahorro tiempo y energía.


Hoy sé que no soy más inteligente que los demás y que no es un problema, al comprender y aceptar el ritmo de cada quien, y que cada uno de nosotros tenemos nuestra escala de prioridades, de gustos y de aplicación de la propia energía a lo que nos es más grato o a lo que nos cuesta trabajo.

Por Carmen Alicia Fries


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