Luego de mi estallido de ira en
el que la basura sin separar, la llave y mi dignidad fueron a parar al contenedor
de basuras, llegó el momento en el que tuve que silenciarme, calmarme,
recomponerme. Empecé por bañarme. Entré a la ducha habiendo dejado la ropa
sucia aún con molestia y renegando, llegué caminando duro y cogiendo cada
objeto a mi alcance con un aire de maltrato; o lo que es lo mismo, peleando
ahora conmigo misma, con los objetos y con las circunstancias simplemente
porque ya estaba dándome cuenta que había tenido una reacción a todas luces
desproporcionada y carente de lucidez.
Había encendido la maquinaria de la ira, estaba arrepentida y ahora no sabía cómo apagarla. Mmmmm, el agua fría en mi rostro, fue el inicio del sistema de enfriamiento que me condujo a silenciar la pelea y el barullo de pensamientos y sentimientos acelerados, burdos, impacientes, egocéntricos y controladores… Salí de la ducha sintiéndome liviana, fresca, limpia en mi corazón y con el optimismo recuperado. ¡uff, que alivio!
Fui a sentarme en el cuarto de meditación, donde el silencio y la introversión fueron mis mejores aliados para recuperar lo más sagrado y valioso de mi ser; y El Confortador de los Corazones, mi mejor y Única Compañía que me permitió colorearme de la fortaleza interior para corregir, continuar y no desfallecer. Esto fue lo que aprendí:
Había encendido la maquinaria de la ira, estaba arrepentida y ahora no sabía cómo apagarla. Mmmmm, el agua fría en mi rostro, fue el inicio del sistema de enfriamiento que me condujo a silenciar la pelea y el barullo de pensamientos y sentimientos acelerados, burdos, impacientes, egocéntricos y controladores… Salí de la ducha sintiéndome liviana, fresca, limpia en mi corazón y con el optimismo recuperado. ¡uff, que alivio!
Fui a sentarme en el cuarto de meditación, donde el silencio y la introversión fueron mis mejores aliados para recuperar lo más sagrado y valioso de mi ser; y El Confortador de los Corazones, mi mejor y Única Compañía que me permitió colorearme de la fortaleza interior para corregir, continuar y no desfallecer. Esto fue lo que aprendí:
MI DECÁLOGO
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DE …
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PAZ
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FELICIDAD
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2. Dejo hacer a cada uno lo que tiene que
hacer.
Confío, tengo fe y no pretendo que los
demás se comporten o cumplan sus responsabilidades de la manera en que a mí
me parece o como yo lo haría… suelto desde mi mente, me libero de esquemas
rígidos, para permitir que otros también sean libres en su mente y en su corazón.
Suelto las cadenas mentales a las cuales
me he encarcelado por tantos años, recupero mi estado original de libertad.
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2. Dejo hacer a cada uno lo que tiene que
hacer.
Permitiendo que cada uno sea como es, soy
capaz de aceptarle tal cual es, tal cual actúa. Entonces, cualquier cosa que
suceda, cualquier cosa que yo haga o que los otros hagan, es perfecta, es
precisa, es lo que tenía que ser.
Así me permito apreciar cada persona y
cada momento vivido, como una gran novedad una enorme ganancia, que a todos nos enriquece y ennoblece.
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¡Hasta la próxima semana!
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