Para muchos de nosotros, la congestión del tráfico, el retraso en el transporte público, perder un vuelo o esperar en las colas son fuentes de frustración, estrés y ansiedad. Estos podrían ser rutinarios, por lo que la forma en que respondemos cada día contribuye a nuestra salud emocional general.
Ya sea por los malos modales de alguien al conducir o por un embotellamiento grave, aceptemos el momento con estabilidad y detengamos conscientemente la corriente de pensamientos negativos. De lo contrario, podríamos crear 1000 pensamientos erróneos en 20 minutos, cada día de viaje durante décadas.
El tráfico no está bajo nuestro control y no estamos solos. Enfadarse no va a hacer que vaya más rápido. Reprogramemos o cambiemos la ruta de nuestro viaje. O aprovechemos el tiempo para llamar o enviar un mensaje de texto a alguien, para relajarnos, para tomar una siesta o para escuchar música.
La frustración que comienza en el tráfico generalmente se traslada a las escenas posteriores del día. Nuestro mal humor continúa, se manifiesta en la gente y se refleja en nuestro trabajo.
Individualmente y como sociedad, a todos se nos enseña que la velocidad es importante para lograr más en menos tiempo. Así que no siempre dejamos que la vida fluya al ritmo que debería.
Tampoco tenemos paciencia con las personas que no son nuestro camino. Conducir y viajar son escenarios donde se apoderan de nosotros la urgencia y la impaciencia.
Tómese un momento para enseñarle a su mente a seguir la corriente hoy en lugar de estresarse por cosas que no puede controlar. Crea pensamientos positivos de calma mientras viajas hoy. Incluso si el tráfico en la carretera tarda en despejarse, el tráfico de pensamientos en su mente no debería acumularse.
Enseña a tu mente el arte de permanecer en calma incluso en el caos. Terminar poco a poco el vocabulario de Irritación es obvio.
La energía de paz y paciencia creada continuará en sus escenas
posteriores cuando ingrese a su lugar de trabajo o a su hogar.
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