Aproximadamente el 30% del agua diaria que ingerimos lo obtenemos a través de los alimentos. Las principales fuentes alimenticias de agua son:
Las hortalizas están formadas por hasta un
95% de agua, por lo que es recomendable incluirlas en la dieta diaria, como
el tomate, el apio, la lechuga o el pepino.
Las frutas están en segundo lugar, pueden ser hasta un 91% de su total agua, además de las vitaminas y minerales. Entre las que más agua contienen tenemos la sandía o patilla, el melón, la pera y las fresas.
La leche,
los http://yogures y quesos frescos también son una buena forma
de obtener agua de los alimentos, pues cuentan con buena cantidad de ella. Los
expertos recomiendan tomar entre dos y cuatro raciones de lácteos al día.
Aunque no la veamos, la pasta y el arroz,
cuando están cocidos, tienen un 60% de agua, sin cocer solo poseen cerca del
13%.
Además, tenemos a todos
los productos hechos con una base de agua, como las sopas y caldos o el té y las aromáticas y los jugos de frutas.
El café y los refrescos
también aportan agua, pero su consumo debe ser moderado.
No es
saludable beber agua inmediatamente antes ni durante las comidas, el agua
diluye el jugo gástrico, produce falsa sensación de llenura y puede ocasionar,
con el tiempo, gastritis. Y tampoco tomar agua o líquidos inmediatamente
después de comer.
Muchas personas toman menos agua de la que necesitan. Beber mucha agua no implica peligro alguno, pero lo mejor es hacerlo con frecuencia, en pequeñas cantidades. El agua helada o hirviendo, lastima las mucosas de la boca y del esófago.
Se reduce el consumo de agua por temor a engordar, lo cual es un doble error: el agua que retiene una persona sana es estrictamente la que necesita; si no es así, se debe a un mal funcionamiento del equilibrio interno de los líquidos, o a un problema de eliminación, lo que no se soluciona privándose de agua.
Por otra parte, cuando se aumenta de peso se acumula grasa, no agua. En el organismo, el tejido adiposo o graso, es uno de los que contiene menos agua. Por eso, en proporción, el cuerpo de una persona gruesa está más deshidratado que el de una persona delgada.
En condiciones normales, tomar agua con frecuencia nos mantiene hidratados, ayuda a los riñones en su función depurativa y mejora la salud.
Las necesidades de agua en nuestro cuerpo:
- Las
necesidades individuales de cada persona: pueden variar en función de su
edad, peso corporal…
- Las
condiciones ambientales a las que se encuentra sometido el individuo:
dependerá de si se vive en zonas con altas temperaturas, humedad elevada…
- Las
condiciones fisiológicas o patológicas: sufrir determinadas enfermedades
hace que una persona pueda requerir un mayor o menor consumo de agua.
Es muy importante consumir una cantidad suficiente de agua cada día para
el adecuado funcionamiento del organismo y la eliminación de los desechos del
metabolismo celular.
· Necesitamos unos tres litros de agua al día como mínimo, de
los que la mitad la obtenemos de la ingesta de alimentos y comidas, y la otra
mitad (aproximadamente ocho vasos) los conseguimos mediante bebidas como agua,
zumos, bebidas refrescantes, etcétera.
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