Los elementos de la naturaleza nos han servido por miles de años sin egoísmo, con amor y sin discriminación y los seres humanos, los hemos explotado y hemos destruido su belleza, también es claro, por todos los fenómenos del cambio climático, que los elementos están molestos, por ello, es hora de pedirles perdón por nuestras acciones erróneas, egoístas y avariciosas, y también, es tiempo de darles gracias por su protección, por su sustento, por su nutrición.
En el Raja Yoga conocemos siete cualidades
inherentes al ser espiritual: Poder-Fortaleza espiritual, Pureza, Felicidad,
Amor espiritual, Paz, Sabiduría y Gozo-Dicha, estas cualidades son la energía con
las cuales el Alma Suprema, Dios, activa al ser espiritual y por ende al cuerpo
físico y a los elementos de la naturaleza.
El encuentro espiritual con el Alma Suprema activa la Pureza que se deja ver a través de las virtudes de inocencia, honestidad, limpieza, claridad, sencillez, confianza, y que cuida del elemento agua.
La unión con el
Único, se traduce en Felicidad que se manifiesta a través del
entusiasmo, la alegría, la dulzura, la satisfacción, la flexibilidad y la
sonrisa, y que cuida del elemento Fuego.
En conexión con Dios, el Ser Supremo, se activa el Amor espiritual, que se traduce en generosidad, tolerancia, perdón, respeto, aceptación y que se ocupa del elemento aire.
El encuentro
espiritual con el Alma Suprema, activa la Paz, que se deja ver en
el silencio, la paciencia, la armonía, la calma, la serenidad, la cooperación,
al mismo tiempo que tiene que ver con el elemento éter o espacio.
La unión con el
Único activa la Sabiduría que se
manifiesta en la fe, la verdad, la intuición, la madurez espiritual, la
responsabilidad y el entendimiento, y que impacta positivamente a nuestro ser
racional, también activa el Gozo-Dicha que se manifiesta en la
bondad, la autoestima elevada, la introversión, la iluminación, el desapego, la
libertad, la plenitud, y que cuida de nuestro ser emocional.
Así que hoy la invitación es a meditar, activar las cualidades
espirituales y compartirlas con los elementos de la naturaleza a fin de ayudar,
con vibraciones positivas, a la materia que nos ha sostenido por miles de años.
Por Elsa María Fríes
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