He estado escuchando por estos días, y no por mi elección, música clásica. Pero como las situaciones son para sacarles provecho, me di un tiempo para disfrutarla y contemplar la armonía de los instrumentos; a pesar de estar hechos de diferentes materiales, tener formas distintas y lo más interesante tener sonidos particulares, sonaban de manera armónica.
El ritmo es la forma de
alternarse los sonidos que se repiten en un tiempo determinado. Y cada uno de
nosotros tiene su “ritmo”, no como la mayor o menor velocidad al moverse y
actuar, sino su ritmo interior, la forma en que tu carácter más profundo se
manifiesta ante cualquier situación. Esas manifestaciones varían en intensidad,
de fuertes a débiles o en duración, de breves a largas.
La armonía es el equilibrio, la
proporción y correspondencia entre distintos elementos de un conjunto o grupo,
y nosotros formamos parte de muchos grupos a lo largo de la vida: el familiar,
el escolar, el social, el comunitario y otros muchos.
Un compositor, compone a partir
de la armonía, la melodía y el ritmo. Acomoda o combina adecuadamente los
sonidos diversos en un todo, dándoles un cierto orden para crear algo agradable.
Reconozco el arte en la creación
de los músicos, y me preguntaba: y nosotros no podemos o, es más, no debemos
ser los compositores de nuestro entorno ¿en lugar de esperar que otros lo sean?
No basta con reconocer
las diferencias, ese es el primer paso, y uno importante. Si ya sabes cómo
“suena” fulano, si conoces su sonido particular, ¿por qué no te arriesgas a
componer la relación armonizando el sonido suyo con el tuyo?
Aprecia el sonido del otro, sin
condicionar tu mente desde el primer instante. Un tambor siempre será y sonará
como tambor o un clarinete o un violín, siempre sonarán como clarinete o
violín, permítele afinar su tono con el tuyo abriéndote a la experiencia de ser
un compositor, y si vas más allá, también puedes crear variaciones sobre el
mismo tema, manteniendo la armonía de tu ritmo que puede ajustarse al del otro.
Y en algún momento quizá, él aprenda de ti y se decida a ser un compositor más.
En la música clásica, puedes
escuchar una cierta conversación entre los grupos de instrumentos y el
resultado: las grandes obras que han trascendido el tiempo.
Por Carmen Alicia Fríes
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