En español, utilizar “tú” para dirigirse a alguien, indica un grado de cercanía y confianza con el otro; y es quizás debido a esa agradable cercanía, que no queremos incomodarnos con la poco agradable lejanía que experimentamos al conjugar el verbo morir para esa segunda persona, tan querida y entrañable… aun así, lo hice: traje al presente (¿o regresé al pasado?) 14 intensos días de hace 5 años:
Durante dos semanas, diariamente, con disciplina, método y constancia, acudía a una unidad de cuidados intensivos cuyo ritual de limpieza para entrar, me preparaba meticulosamente para asistir a ese otro ritual, el de la muerte lenta, anunciada e inevitable. Y como antesala a esos ritos, transcurría la vida colectiva de los individuos que ante la posibilidad de la muerte de un padre, un hermano, un tío, nos juntamos… y toda esa red que el moribundo tejió en vida, fue la que le acogió y acompañó en su transición de la vida hacia la muerte… y cada uno, allí, ante la confrontación de la pérdida ineludible, también se confrontó con los defectos de su propio tejido con el moribundo, abrigando la esperanza de tener un poco más de tiempo para reparar las fallas que sólo hasta entonces se le hicieron visibles o ya imposibles de evadir o de evitar… el asunto era que ya no había más tiempo; lo hecho, hecho estaba; y , aunque aún había puntadas por hacer, eran todas para cerrar el tejido de esa obra de su vida, de su propio entramado… por tanto, nada se realizaría según el parecer de cada individuo allí presente, por más que lo intentáramos; todo en cambio sucedía y se resolvía de acuerdo a la cantidad, calidad e intención de las puntadas que conformaban la red que él, y sólo él, había tejido… el estilo de esas puntadas, es y será siempre, a elección del propietario del tejido y no de los acompañantes, aún hasta en su última respiración.
Y en esto, el hilo de la vida tiene su memoria: fresca, completa y precisa, que nunca falla y a la que tampoco se le van las luces… así a veces nos parezca. Es un hilo que está hecho de todas y cada una de las acciones de nuestra vida… aunque a veces queramos poner algo de nuestro hilo para ayudar, no es posible; es un hilo único para cada ser humano, indeleble, intransferible.
Mi mayor ganancia luego de esos 14 días, que finalizaron con la partida del alma, fue el espejo en el que me posicionó para permitirme observar mi propio tejido de vida, hacerme consciente de las buenas y regulares puntadas y también de los nudos que enredaban mi corazón. Miedos profundamente arraigados, heridas emocionales no sanadas, verdades escondidas, conflictos no resueltos, malestares, animosidad, frustración, dolor o falsedad, son la basura interior que impide mantener una adecuada salud espiritual y emocional; y por tanto, tornan al ser frágil, débil, vulnerable… ¿y quién quiere permanecer así? Quiero un corazón limpio y puro, quiero una vida feliz y plena, quiero una muerte en paz y en satisfacción. Para permanecer sana y fuerte, no solo en cuerpo sino también en alma, el primer paso es limpiar mi corazón, con valentía, disciplina y amor, manteniendo una rutina diaria y sistemática sin pereza ni descuido.
Te invito a practicar esta limpieza con el siguiente video:
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