Por Elsa Fries
Aprender a vivir
en armonía con el mundo natural es necesidad apremiante de nuestro tiempo, hoy
por hoy hemos de escuchar la llamada a vivir como ciudadanos del mundo, por
ello tenemos que tener mayor cuidado mutuamente y por nuestra madre tierra,
cada vez más frágil.
El sistema
económico basado en la producción máxima, el consumo excesivo, la explotación ilimitada de
recursos es insostenible, por esto se ha impuesto la idea de que hay que ir a
un desarrollo verdadero, que permita la mejora de las condiciones de vida a la
vez que sea compatible con una explotación racional del planeta y que cuide del
ambiente.
Desafortunadamente,
en la mentalidad humana está firmemente asentada una visión de las relaciones
entre el hombre y la naturaleza que nos ha llevado a pensar que los seres
humanos estamos fuera de la naturaleza y que no nos afectan sus leyes, que el
éxito de la humanidad se basa en el control y el dominio de la naturaleza y más
aún, que la tierra tiene una ilimitada cantidad de recursos a disposición de
los humanos.
En cambio, el
punto de vista del Desarrollo Sostenible pone el énfasis en que debemos
plantear nuestras actividades dentro de un sistema natural que tiene sus leyes,
hemos de usar los recursos sin trastocar los mecanismos básicos del
funcionamiento de la naturaleza. En consecuencia, para conseguir un
desarrollo sostenible es necesario un cambio de mentalidad, aunque sabemos que
es lento y difícil, es imprescindible y requiere afianzar unos nuevos valores.
El profesor del
MIT, Peter Senge, ha dicho, "la mentalidad de la mayoría de la
gente está en la política, pero las políticas que no consiguen ser
implementadas no valen mucho. ¿Cuál es la estrategia? Este es un llamado
profundo para la colaboración de toda la gente del
mundo. Presenta una oportunidad para que los seres humanos
actuemos juntos alineados con un imperativo global para transformar la manera
en que vivimos y esto sólo será posible por la transformación de cómo pensamos
y nos relacionamos con nosotros mismos, uno con el otro y con todo el mundo
viviente".
Considerando que
el pasado cinco de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente, la
reflexión de hoy es por la elevación de nuestra consciencia de consumidores, es
hora de dejar de ser adictos al consumo y ser consumidores conscientes y
amantes de la Madre Tierra.
Cuando se mantiene un nivel de conciencia elevado, puro y
comprensivo de la totalidad, el ser humano se mueve a través del mundo teniendo
en cuenta el yo y el mundo natural como parte de un sistema profundamente
interconectado. Así, se mantiene una actitud de administrador
fiduciario con el planeta y el ser se mueve en consonancia con los ciclos de
renovación de la naturaleza, viviendo sencillamente de tal forma que se cause
el menor impacto. Entonces nos movemos a través del mundo con un sentimiento de
benevolencia, cuidado y gratitud.
Este nivel de
conciencia está alineado con la calidad del pensamiento y se corresponde con la
noción de pureza. Un pensamiento puro fluye desde los más altos principios,
desde un estado unificado de conciencia, desde la dignidad profunda del
ser, y desde las virtudes universales del amor y la paz; este pensamiento
elevado no es adulterado por la avaricia, la ira o la culpa. Un pensamiento
puro eleva la conciencia y de una conciencia elevada retornan pensamientos
puros que determinan sentimientos y actitudes benevolentes, palabras y acciones
bondadosas y hábitos amorosos y cuidadosos, en un maravilloso ciclo virtuoso
cuyo fruto práctico es una vida calmada, pacífica y feliz.
La actual amenaza
para nuestro medio ambiente es un llamado profundo de colaboración humana en
una escala sin precedentes, tanto en la dimensión interior de pensamiento, como
en la dimensión exterior de la acción, para ello Brahma Kumaris,
Iniciativa Ambiental, nos propone cuatro principios fundamentales: *
vivir sencillamente, * comprar compasivamente, * aprender continuamente, y *
compartir generosamente.
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