En el mundo hay muchos movimientos por la causa de la libertad. La libertad es una necesidad profunda de cada uno de nosotros. Pero la verdadera libertad es espiritual y significa identificar y apoyarse en lo que es permanente, en lo que siempre existe, en lo que es eterno.
Sólo puedo tener y comprender la capacidad y el poder
espirituales cuando cumplo con los fundamentos de mi vida en lo que siempre
existe - este es el camino hacia la profunda libertad espiritual. Si me aferro
a cualquier cosa temporal en este mundo, entonces aquello de lo que dependo me
causará finalmente sufrimiento y pena de alguna forma.
El poder espiritual se pierde a través de la red de
"yo" y "mi" que creamos y de la que tratamos de depender.
Miro fuera y dependo de aquellas cosas que me dan un apoyo temporal. El
"yo" del ego y el "mi" de la dependencia es como una
telaraña pegajosa y la paradoja es que cuanto más vacío e inseguro me siento, más
dependiente soy de las cosas que están fuera de mí en la telaraña, entonces me
siento más atrapado.
Sin embargo, Dios ve la realidad eterna del alma. Por lo
tanto, tengo que romper estas creencias rígidas y profundamente arraigadas
sobre mis propias limitaciones y tomar el apoyo de un solo Dios. Esta red, esta
creación y red que he creado, se tiene que soltar.
Un viaje espiritual consiste en dejar ir, soltar. Esto
requiere mucho valor. El estado intrínseco del alma es la paz y la libertad.
Este abandono de la dependencia burda, sutil y refinada es el último viaje
espiritual.
Cuando me dirijo a Dios, es fácil soltar la dependencia
burda, las cosas que están fuera de mí. Es el primer gran paso. El siguiente
paso es ponerse al servicio de los demás e implicarse plenamente en el
servicio, pero esto también puede formar otra forma de dependencia más sutil en
las nuevas relaciones y actividades.
Empiezo a depender de esta nueva imagen de mí mismo, de mi
papel o posición. Para proteger esta nueva imagen atractiva, puedo empezar a
sentir ira o celos. Como valoro lo que estoy haciendo, temo que me lo quiten.
Puedo ponerme a la defensiva y ser territorial. Puedo saber si esto está
ocurriendo, porque notaré que no soy realmente feliz.
Dejando ir y volviéndome hacia adentro veo que mi mente es
un lugar sagrado, un estado de quietud, limpio. No debo permitir que nada de lo
que veo u oigo penetre en este lugar y dirija mi pensamiento. Porque esto
también es una dependencia: estar bajo la influencia del poder de los sentidos,
de lo que el mundo me muestra.
Un verdadero yogui se sienta en el espacio sagrado de la
mente y lo ve todo y lo oye todo y, sin embargo, no deja que nada entre o se
desvíe de ese espacio sagrado. Se ha liberado de la dependencia de los órganos
de los sentidos. Su mente está llena sólo de quietud y pensamientos de lo que
es eterno, permanente y siempre existe: Dios.
Por: Charlie Hogg, con sede en Sidney, es el Coordinador Nacional de Brahma Kumaris, Australia
Tomado de: The Daily Guardian | 19 june 2021 New Delhi
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