Siempre que la ira aparezca en el horizonte de tu conciencia advertirás que te estás resistiendo u oponiendo a una situación, a una serie de circunstancias o a otra persona; puede ser las tres cosas a la vez. Resistirse es la semilla de todos los conflictos entre la gente y ante las naciones. Sustenta el ciclo de violencia con los demás y contigo mismo ya que las emociones de miedo e ira lo fomentan. Por eso el primer paso para resolver cualquier conflicto es siempre aceptarlo. Es aceptar que el pasado ya no existe y que nada puede cambiarlo. Aceptar que no puedes cambiar la conducta de los demás, porque no puedes cambiar sus pensamientos y decisiones, ni tampoco sus ideas y percepciones. La aceptación te asegura que no se te nublará la mente. Esto no significa que hay que aceptar cosas injustas o inapropiadas. Se puede cuestionar algo o exigir lo que sea necesario pero sin enojarte. En realidad si hay enojo, existe el noventa y nueve por ciento de probabilidad de que la otra persona se resista y tendrás que curar otra herida emocional que se habrá creado.
La aceptación significa que eres capaz de pensar con
serenidad, de ver con claridad las cosas, de crear una serie de opciones y
tomar mejores decisiones. La aceptación es el primer paso para dejar atrás la
ira, el dolor y el sufrimiento que te estás infligiendo y encontrar la paz.
El autor habla a propósito del conflicto que ha
mantenido durante décadas el gobierno inglés con el grupo separatista
paramilitar I R A por el deseo de ese grupo de independizarse de la gran
Bretaña. Cuando fue primer ministro John Major,
dijo: “Aceptemos que ellos existen, que tienen un punto de vista, aunque
nosotros no estemos de acuerdo con él”. Fue el primer paso hacia el diálogo, el
cual se conoció como “El proceso de paz”. Por más lento e imperfecto que fuera,
eliminó la violencia y las explosivas expresiones que provocaba. Aceptar una
situación no significa estar de acuerdo con ella o aprobar la conducta de los
otros, sino saber que, aunque no puedes controlar a los demás, sí puedes
influir en ellos, y el primer paso para influir en alguien en una relación es
aceptar a esa persona. Y el segundo, lograr que confíe en ti. La ira no es más
que un signo de que no has reconocido la sabiduría que encierran estos dos
pasos y que no sabes cómo darlos.
También nos habla el autor de Gandhi cómo él cuando
joven se enojaba mucho, pero luego
encontró y asimiló una gran sabiduría a lo largo del camino. Y al final su
forma de catalizar el cambio en el mundo fue a través de la no violencia. Que
es otra forma de decir a través de la ausencia de ira. En esta inmortal frase
que pronunció, se condensa toda su
sabiduría: “Habéis de ser el cambio que queréis en el mundo”. Y él predicaba
con el ejemplo, aceptaba las cosas tal como eran. Tenía una clara visión de un
mundo distinto, pero sabía que no podía imponerla. Aunque no se dedicó a
tumbarse y dejar que el mundo lo pisoteara, sino que caminaba en un estado de paz, hablaba pacíficamente, se
reunía con otras personas en paz, y al final, la sabiduría que emergía de su no
violento intelecto atrajo a cientos de miles de personas, influyó en el corazón
y la mente de los políticos y configuró el destino de una nación. Una de las
principales expresiones de esa paz interior fue su infinita paciencia. No hacía
la guerra porque la ira no tenía cabida en él. Y el mundo experimentó un gran
cambio.
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