Nos encontramos con nosotros mismos, con nuestras inquietudes y reflexiones, en nuestro viaje con aquello que cada uno está pasando, procesando, aprendiendo de toda esta maravilla que es acercarnos a nosotros mismos, y esa maestría del propio ser, el cómo nos hablamos, que es el tema de hoy, va a crear una cercanía hacia nosotros mismos ayudándonos a ser más maestros, más expertos de lo que pasa dentro, no solamente de nuestra historia sino de ese ser, que a veces estando conmigo 24 horas puedo desconocer tanto.
Puede ser que a veces me sorprenda mis propias reacciones, a veces me impacten mis propias emociones, a veces no espere una respuesta de tal o cual tipo. Necesito ser escuchado por mí.
Vamos a tratar este tema porque, de la misma forma
que nos podemos acercar y disfrutar de estar contento con nosotros mismos y
disfrutar de nuestra propia compañía, muchas veces buscamos la compañía de
otros.
Querer disfrutar de tu propia compañía es un gran
logro, estar contento de estar contigo es algo que te ayuda bastante ya que, si
no estamos cerca de nosotros mismos, si da temor estar solos, nos haremos
esclavos de nuestra propia mente, de ese mundo de deseos, emociones,
necesidades no resueltas, confusión, queremos seguir lejos.
¿Cómo me hablo a mí mismo? ¿Qué me hace estar tan
desconectado de mí? Vamos a empezar con una meditación dónde creemos este
vínculo, este vínculo al interior de forma que cuando haga click dentro de mí
algo se despierte, algo se abra dentro y empiece a disfrutar de mi propia
compañía, de mi propio conocimiento, a aceptarme a mí mismo.
Ahora escúchate por un momento. ¿Qué sientes cuando te preguntas a ti mismo qué sientes con respecto a ti? ¿Cómo te ves? Si no es la mejor visión, hoy en este momento, puedo reformarla, puedo renovarla; no es pintar una imagen de mi forma física diferente, no es pretender que soy otro, no es querer cambiar simplemente mi apariencia, es retornar a mi origen, no a mis antepasados sino al origen de mi espíritu, al ser más verdadero y auténtico que fui y que ahora puedo recordar, como algo esencial, único, intacto, sagrado, así cuido la realidad de quién soy, nutro ese ser interno que ha clamado atención y amor normalmente de fuera, y ahora
¿Cómo puedo cuidar de mí? ¿Cómo me hablo y me aprecio? Simplemente mírate con otros ojos, el ojo del alma, y mira todas las cosas maravillosas que hay dentro de ti. ¿Hay algo en ti que dice que no las puedes ver? Para un momento, bucea dentro de ti, y aquello que más desees y has buscado durante tanto tiempo fuera, date cuenta de un secreto, está ahí dentro, como un tesoro por descubrir, míralo como una joya de tu propiedad, ese valor, esa cualidad auténtica te pertenece, no has de mendigar nada de nadie, no has de buscarla fuera, no tiene precio, no se compra ni se pide, forma parte de ti, eres tú, un ser lleno de cualidades verdaderas, innatas, que siempre han estado ahí, esperando por ti, que las vuelvas a emerger, que las vuelvas a descubrir y recordar.
Espera y verás que quién nace eres verdaderamente tú, a quien hablo con paciencia, con amor y respeto, descubriendo un nuevo yo, un yo puro, sin aleaciones, sin mezclas, y todo lo que no sea auténtico, simplemente se va desprendiendo mientras mi visión la pongo en lo más esencial de mí: paz, mi paz, alegría, mi alegría, mi fortaleza, amor, el amor más verdadero dentro de mí. Y así poco a poco vamos volviendo.
Nos vamos volviendo conscientes de que lo de fuera sigue estando ahí, no se ha movido, pero algo dentro de mí se ha movido, es la maravilla de sabernos hablar de una forma diferente. Hay un toque que no es simplemente decir las cosas que te gustaría, porque si no crees en ellas ¿Cuál es el efecto?, o si continúo cometiendo los mismos errores una y otra vez y no hay una reconciliación conmigo, finalmente algo dentro de mí me dice no creo en lo que me digo, y uno ahí tiene que tener esa paciencia de saber esperar que algo que se ha roto, que se ha desvinculado de mí, lleva un tiempo poder confiar para qué vuelva a creer en mí, vuelva a cubrir todos los vacíos que se han ido descubriendo.
Porque he intentado llenarlos con cosas temporales, con soportes falsos, siempre con algo o alguien fuera de mí, y eso por un tiempo vale, pero cuando te das cuenta de que estás totalmente supeditado a algo fuera de ti ,empiezas a darte cuenta de que no vale y ese es el momento del reencuentro, y así como cuando te reencuentras con alguien que hace mucho tiempo que no ves hay muchas preguntas, lo mismo pasa con nosotros
¿Qué pasa que siempre reacciono de la misma manera? esto es una pregunta que nos hacemos con honestidad, y toda pregunta que me hago con honestidad para investigar dentro de mí necesita silencio, necesita introspección, necesita una conciencia diferente, una mirada diferente, sin culpabilidad, sin emocionalidades, porque entonces ese diálogo con uno mismo no puede ser sincero, siempre va a estar condicionado con esos altibajos, con esas emociones que me han engañado durante tanto tiempo y que ahora no me interesa, tengo claro que ciertos hábitos y tendencias no las quiero más, porque si las quiero, están ahí preparadas para ser utilizadas, la cuestión es que con este diálogo de volverme a conectar conmigo, la honestidad no es solamente darme cuenta que no me encuentro bien, sino qué voy a hacer para encontrarme bien, darme cuenta que estoy muy separado de mí mismo.
¿Qué voy a hacer para acercarme a mí?, ¿Cómo voy a crear esa relación conmigo mismo, que me ayude de nuevo a tener fe en el ser auténtico que soy?, y a veces emerge algo que todavía no habías descubierto en ti, como si dentro de ti hubiera un pequeño ser dormidito, ese no es otro tú, eres tú mismo, pero es como algún intacto, muy limpio, muy auténtico, muy pacífico ,que está ahí dormidito, como si fuera un bebé ,un pequeño niño interior que de pronto decides despertar, decides llamarle, dentro de ti, y preguntas quién eres tú realmente, cómo puedo descubrirte y cómo puedo reconciliarme conmigo mismo aprender a amar lo mejor de mí, y también lo que no me gusta de mí, aceptando esas debilidades, aceptando el punto al que he llegado, que puede ser de mucha separación de mí, de degradación, defectos y debilidades con las que me he identificado, un gran ego, una gran desconexión, un no amarme a mí mismo.
Acéptalo, porque este es el punto al que he llegado, porque en ese momento de aceptación empiezo a renovar mi visión, y me puedo preguntar ¿Cómo quiero verme a partir de ahora? ¿Cómo me gustaría tratarme a mí a partir de ahora? ¿verme, y como consecuencia, tratarme? y esto es lo que hemos ido pidiendo, buscando, mirando en otros durante mucho tiempo, “mírame de la forma en que a mí me gustaría mirarme”, cambiemos ese chip, mírate de la forma en que te gustaría que otros te mirasen, y no esperes absolutamente que nadie te mire así, con respeto, con limpieza, con buenas intenciones, con entendimiento, ¿te entiendes tú?
Continúa parte 2
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