Por Elsa María Fríes
El bien-estar espiritual es condición
natural del alma humana que, en estos tiempos se ha debilitado, dando paso a
que la normalidad sea el mal-estar del espíritu, que se observa en la
negatividad de los pensamientos y actitudes, en la infelicidad generalizada, en
los relacionamientos interpersonales apalancados en el miedo, la ira, el odio,
la desconfianza, en la confusión de los sentimientos y en una emocionalidad a
flor de piel que oscila entre la tristeza, el miedo, la ira, la preocupación y
hace que el ser humano tenga un estado de ánimo deprimido, estresado, siempre
insatisfecho y aislado espiritualmente de los demás y del mundo.
Y, si además de practicar el pensamiento positivo invocamos la energía de Dios en nuestra ayuda, estaremos potenciando la práctica, pues Dios siempre nos mira como seres de bien-estar espiritual, como energías luminosas plenas de verdad, de paz, de amor, de felicidad, y capaces de vivir la vida en la tierra como ángeles, relacionándonos con todo y con todos en el planeta desde la paz, el amor incondicional, la felicidad, que son la energías más puras, auténticas y originales del ser espiritual que somos.
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