¡Ojo presta atención!
Cuando estés en ese estado y adviertas estar siendo el sereno ser que eres,
ten cuidado con la “emboscada”, la “trampa” y el común “error” en que caen los
viajeros espirituales que meditan para regresar a su verdadero hogar.
La emboscada
Cuando descubras la comodidad y maravilla de tu paz, tus arraigados
pensamientos, recuerdos, preocupaciones habituales y sensaciones de abandono
querrán también ver lo que tú has descubierto. Ahora es el momento de no
ignorarlos, deja que surjan, míralos y transmíteles la paz que sientes.
Ofréceles el regalo de tu paz interior. Así averiguarás si es verdadera. Si lo
es, desaparecerán al sentir la poderosa presencia de tu paz. No tendrán el
poder para distraerte. Y si no es verdadera, te tentarán y te volverán a
arrastrar al andén de tu conciencia que está repleto de cientos de ellos. Y al
cabo de poco te habrás dejado llevar de nuevo por una multitud de pensamientos.
Cuando esto te ocurra, no te castigues por haberte distraído, sólo da media
vuelta y regresa a tu asiento. A tu paz interior.
La trampa
La trampa consiste en la tentación de aferrarte a la sensación de paz que
experimentas al intentar hacer que se vuelva estática, fija y permanente. En el
momento que lo hagas, será como si la paz se esfumara, es un poco como cuando
intentas aferrarte a alguien. La meditación eres tú mismo, el ser de paz que
eres, el reposar en esa paz, el sentirla, pero, si intentas aferrarte o
apegarte a ella, desaparecerá. Es una energía muy sutil, constituye todo un
arte que irás aprendiendo a dominar a medida que vayas meditando. En la vida,
en cuanto intentas aferrarte a algo lo ahogas, lo destruyes y pierdes de ese
modo la paz interior. Es una especie de violencia. Deja que tu calma interior
cambie de textura y profundidad, como los colores del otoño. No esperes nada de
ella, no la juzgues ni intentes controlarla. Pronto advertirás que la paz que
sientes se vuelve más duradera y profunda y que, al mismo tiempo, eres
plenamente consciente de ti y del mundo.
El error
El error que muchos cometen en la meditación es entregarse a un sutil
orgullo. Es como si dijeras: “Mírame, he conseguido el mejor asiento del tren.
Mírame, he logrado encontrar la paz. ¿A que lo he hecho bien?”. Por supuesto no
es más que uno de aquellos pensamientos egocéntricos. En cuanto te lo creas
estás yendo en contra de tu verdadero yo, de tu paz. Actuar en armonía con la
verdad sobre la paz es comprender que la paz que sientes en tu interior no es
solo para ti sino también para el mundo entero. Es para ofrecerla, irradiarla,
transmitirla y compartirla. Constituye el sutil reconocimiento de que sólo
puedes sustentar tu paz cuando se la ofreces a las personas de tu alrededor que
carecen de ella. Al comprenderlo reconoces también cómo irradias las
vibraciones de tu paz interior a tu alrededor. Al ofrecer tu propia paz a los
demás y al mundo justamente sentirás su poder.
¿Por qué un
movimiento de paz no lo es en realidad?
Porque se están resistiendo a aquello que consideran es falta de paz. El ir
en contra y rechazar sólo es una forma sutil de ira. La única forma de crear
paz en el mundo, es sentir, pensar e irradiar pensamientos y sentimientos de
paz para sí mismo y para quienes le rodean y de allí para el mundo entero. Es
experimentar profundamente nuestra naturaleza espiritual pacífica, serena,
permanente y regalar como luz que ilumina a todos sin condiciones, sin límites,
porque los que manifiestan violencia de alguna manera son quienes más necesitan
paz y no se la podemos dar de ninguna otra manera porque cualquier forma sutil
de violencia, no puede generar paz.
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