Segunda parte
Por qué la paz es siempre renovadora
Cómo encontrar la solución
La paz abre los ojos
La paz es tanto la esencia de tú ser como el poder de tu vida. Si no
vuelves con regularidad a tu corazón, a tu corazón espiritual, para alimentarte
de tu propia paz interior, estarás siempre fatigado, desgastado emocionalmente,
sobre estimulado e hiperactivo, y serás un adicto a las prisas y las
preocupaciones. Por suerte aún no tienes ninguno de estos signos… ¿No es así?
La paz auténtica es una condición mental, la cual genera unos pensamientos
positivos y centrados que se traducen en unas actitudes y conductas proactivas.
La paz es aceptar las cosas tal como son en cada momento, equilibrando esta
actitud con reconocer que cualquier situación puede mejorarse en el futuro. La
paz es aceptar los puntos de vista de los demás, aunque no coincidas con ellos.
La paz es posible sólo cuando eliminas en tu interior cualquier causa que
provoque en ti ausencia de paz. Para desear que los demás gocen de paz, has de
estar en paz contigo mismo. La paz es tu naturaleza eterna e inmutable, tu
verdadera naturaleza.
¿Qué es, por tanto, más importante,
la paz o el perdón? Es cierto que al perdonarte a ti y a los demás recuperas la
paz. Y que, cuando aprendes a perdonar sistemáticamente aumentarás la cualidad
de tu paz interior. Pero también es cierto que, al recuperar la paz interior,
que siempre está presente en tu corazón, y al conocer y vivir la verdad de esa
paz, ya no necesitas perdonar a nadie. ¿Por qué? Porque comprendes que nadie
puede hacerte daño nunca ni perturbar por tanto la paz que forma parte de tu
ser.
Vuelves a ver las cosas con claridad, no con los ojos físicos, sino con el
tercer ojo, es decir con entendimiento. La presencia de la paz significa la ausencia de agitación
emocional, y gozar de libertad emocional significa que el ojo interior no está
distraído por el mundo exterior ni por los recuerdos del mundo interior.
Precisamente el tercer ojo, el ojo del intelecto, puede “ver la verdad”.
Y al tener la mente y el corazón en paz, tu ojo interior puede realizar su
verdadera función que es distinguir lo correcto de lo erróneo, lo verdadero de
lo falso, y tomar decisiones acertadas.
Al alcanzar ese
estado distingues tres cosas:
1.
Lo
que es verdadero y falso del mundo que te rodea, no como un juicio de valor o
una condena, sino como una nueva percepción.
2.
Cuál
es la forma correcta de ser y cuál es la situació9n más correcta en las
situaciones cotidianas de la vida.
3.
Cómo
responsabilizarte por completo de lo que piensas y sientes en cualquier momento
y lugar, al margen de las circunstancias.
Por lo tanto, recuperar la paz es un poco más importante que perdonar a los
demás. Así que es mejor recuperar primero la paz y después perdonar. En caso
puedes decidir qué camino deseas tomar para regresar a tu hogar.
Eligiendo la paz
Si la ira provoca guerras, entonces la paz produce lo contrario. Es la base
de la armonía personal y colectiva. Es una decisión clara y sencilla que
podemos tomar en cualquier momento. La mayoría del mundo prefiere la paz, pero
se pasan la vida luchando en su propia cabeza y en sus relaciones personales.
Se vuelve a caer en el hechizo de las viejas ideas de que no hay nada malo en
enojarse o dejarse influir por los belicosos que le rodean. Incluso se suele
pensar en la paz como una forma de debilidad.
Si de cides elegir la paz, significa
que eliges liberarte del sufrimiento. Sin embargo, para vivir esta decisión y
alimentarla has de volver a descubrir el lugar donde reside tu paz, su
verdadera naturaleza y cómo usar el poder que encierra.
Toda la naturaleza es pacífica. Todos los procesos ocurren en armonía hasta
que nosotros decidimos perturbar esa paz natural cambiando y violentando esa
armonía natural. También somos pacíficos por naturaleza hasta que nos creamos
ideas equivocadas de que es natural la ira y que podemos atentar contra lo que
nos rodea.
El estrés, la ira, las preocupaciones nos agobian porque no hacen parte de
nuestra naturaleza natural sólo tenemos que tomar consciencia de esto para
tener derecho a una vida plena y sólo nosotros mismos podemos reivindicar ese
derecho.
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