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Pequeñas dosis de sabiduría para grandes momentos de insensatez. Semana 2



Al día siguiente de haber escrito la primera entrega de esta serie de dosis de sabiduría, pensé que esto de tirar a la basura la llave de mi diario personal para hacerlo público, había sido, precisamente, una gran insensatez. Me fui directo a escarbar en la bolsa de basura mientras en mi mente surgía la imagen de mi diario cerrado con la dichosa llave y en condición de objeto “privado y muy personal” reposando resplandeciente en mi mesa de noche. Y de pronto, esa bella y placentera imagen se me escapó como el agua entre las manos, cuando entre mis manos rodó el líquido putrefacto que suelta la basura orgánica!! GGrrrrruñí con ahínco no sólo por lo apestosa de la situación sino porque además otra vez mi mamá había colocado la basura orgánica en el lugar equivocado. 
En cuestión de segundos, la película en mi mente pasó del beneplácito y satisfacción a una tormenta de pensamientos negativos que cayó con rayos, centellas y palabras faltas de consideración y escasas en valoración sobre la figura de mi madre que, inocente corrió hacia mí  cuando me escuchó gruñir pensando que algo terrible me habría sucedido. Ante la inesperada tormenta y su calibre, presta a “sobre-aguar” la situación, mi mamá sacó su paraguas misericordioso; me lo ofreció para escampar junto a ella y ponerme a salvo de los rayos y centellas de mi propia insensatez...


Y para no alargar el asunto (ni mi caída), como “luego de la tormenta siempre viene la calma”, hice “de tripas, corazón” y me dije “del ahogado, el sombrero”. Luego de un tiempo de reflexión y revisión personal, mi aprendizaje sobre el asunto, y sobre otros similares pero en distintos escenarios y con otros personajes, me llevó a identificar algunas perspectivas que encontré vitales para salvaguardar mi dignidad como ser espiritual, manteniendo a flote mi paz y felicidad en medio de las vicisitudes del diario vivir. Se me ocurrió llamarlo mi decálogo de la paz y la felicidad; aquí el primero de sus principios:

MI DECÁLOGO DE LA PAZ
MI DECÁLOGO DE LA FELICIDAD
1.       Me libero de expectativas.
Dejo de agredirme al liberarme de pensamientos trágicos, de crítica, de revancha y victimismo, cuando no sucede aquello que esperaba o deseaba.
Dejo de agredir a otros reprochándoles por lo que hacen o dejan de hacer; simplemente acepto a cada uno tal cual es y entonces soy capaz de amarle así, tal cual es hoy.
1.     Me libero de expectativas. 
Me permito disfrutar cada escena y cada personaje que forma parte de la obra de mi vida cotidiana, porque simplemente no cuestiono el libreto, y tampoco ni siquiera pienso como debería ser, de acuerdo a mi parecer. Disfruto mi papel y el de los demás en el aquí y en el ahora y fluyo con esa energía que juntos creamos y por la que podemos progresar.

¡Gracias por leer y permitirme compartir; hasta la próxima semana!

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