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Micro-relatos de vida y muerte - Carta # 2 al lector

Querido lector:

Hoy se acaba, después de 5 semanas, esta serie dedicada a preguntas existencialesDecidí hacer una pausa para observarlas a todas desde la distancia, para ser capaz de escucharlas y captar cómo me conducirían a las respuestas para encaminar la siguiente serie de relatos... y sucedió que el laboratorio de mi mente se llenó de nubes de palabras, que silenciosamente me llevaron por un interesante viaje que empezó en mi infancia, me condujo por distintas estaciones en el tiempo, hasta volver al presente para dejarme con unas cuantas “fotografías” de recuerdo.  La particularidad de esas “fotos”, y de ese viaje, es que rememoran mi relación con la muerte en esta vida… y por eso quise que fueran el insumo principal de los relatos personales que hoy empiezo a compartir contigo, en esta nueva serie que sigue enmarcada en el tema de vida y muerte.


Conjugar el verbo morir, fue la lección que nunca me enseñaron en las clases de español en el colegio… y tampoco mis profesores de gramática cuando aprendí otros idiomas. Con certeza y sin vergüenza, puedo decir: “profes, eso no me lo enseñaron”, como tampoco lo hicieron mis padres, mi familia y menos la sociedad en la que crecí.  Mi mala educación en esa gramática de la vida (o quizás de la muerte), mis malos resultados, mis vacíos e incapacidades  al conjugar el verbo morir, todo se lo debo a esa sumatoria de comunidad educativa (familia, colegio/universidad, sociedad) que tantos recursos gastó en educar para lo limitado y super-especializado, y en el camino se olvidó de lo ilimitado y lo esencial…

 

Dicen que la vida es una escuela y ella se encarga de enseñarte lo que todas las demás omitieron… quizás fue así, quizás fue yendo de tumbo en tumbo como quien está ebrio... en medio del caos interno y externo, en medio de la confusión y el pesar, en medio de lagunas mentales, si a eso se le llama estar vivo, quizás algo se aprende acerca del morir… Sin embargo, desde mi experiencia espiritual de los últimos 18 años, puedo decir, con total certeza, que El Profesor de profesores, con Sus lecciones diarias de Raja Yoga, me ha enseñado lo que ningún ser humano jamás podría enseñarme; me ha guiado por la senda de la auto transformación y del servicio al mundo, de manera tan única, auténtica, liviana, sencilla y a la vez profunda, con un amor tan puro y poderoso, que desde la primera clase, aprendí todo sobre mí… en otras palabras, aprendí a vivir cada día y también aprendí a morir cada segundo... aprendí y sigo aprendiendo, con amor, con alegría, con conciencia plena, llenándome de la verdad y volviendo a la verdad... Todo esto, resume la motivación que me lleva hoy a compartir este viaje de aprendizaje, contigo, mi estimado lector, a través de la nueva serie semanal, que he titulado: Conjugando el verbo morir”


Ojalá la disfrutes tanto o más que yo. Tus comentarios, experiencias o sugerencias, siempre serán bienvenidos.

¡Hasta la próxima semana que nos leemos!  


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