Por Elsa María Fríes
A principios de los años 90, cuando iniciaba el mundo informático en el espacio de trabajo donde laboré, algún profesor presentó una cita que aún hoy retumba en mi cabeza:
¿Dónde está la Sabiduría que nos
quitó el Conocimiento, y donde está el Conocimiento que nos quitó
la Información y donde está la Información que nos quitaron
los Datos?
Y esto que pasó en el mundo del conocimiento, también golpeó la vida del
común de los seres humanos:
Desde los Datos el mundo nos reconoce como el ciudadano número tal o cual, de determinado país, como el cuentahabiente número tal del banco, como el crédito número tal, o como el cliente número tal en los sistemas de compra en línea o compras a plazos extendidos en el tiempo.
Desde la Información el ciudadano, el cuentahabiente o
el cliente tienen asociados otros datos que van caracterizando a la persona,
así tiene un nombre, es hombre o mujer, tiene tal o cual edad, tal
nacionalidad, tales ingresos o capacidad de pago, etc.
Desde el Conocimiento vemos a las personas humanas que
tienen responsabilidades y así sabemos que son padres, hermanos, o tíos o
abuelos, también que desempeñan roles en la sociedad y son funcionarios de los
gobiernos, o profesionales y técnicos en algún área del conocimiento, o
diestros en algún deporte, o arte, o artesanía especial; algunos serán jefes,
otros subalternos, otros prestarán servicio independiente, pero todos estarán
relacionados en la trama de la vida en la sociedad.
Desde la Sabiduría hemos de vernos como almas
originales, únicas, eternas, espíritus encarnados viviendo una experiencia
humana, poseedores de cualidades espirituales que nos diferencian a unos de
otros, pero hermanos todos en la condición de ser almas, hijos todos de un
mismo padre, Dios.
Desde la sabiduría cada uno está cumpliendo un plan predestinado que se
realiza con cada decisión del libre albedrío individual y que en esas
decisiones buenas o equivocadas va construyendo el propio destino y así, todo
lo que cada uno de nosotros vive está en el plan perfecto de la película de la
vida.
Lo más importante es reconocer que Dios nos acompaña y que siempre
estamos siendo protegidos por Él para cumplir el guion de la película,
cualquiera que sea la responsabilidad o el rol que estemos desempeñando en
ella, según sea nuestro conocimiento y comunicación con El, nos brindará su
energía para revitalizar la nuestra y potenciar las cualidades individuales que
nos permitan el mejor desempeño de nuestro papel en el mundo.
Hoy la invitación es a mantenernos viviendo desde la sabiduría y a
fortalecer el diálogo con Dios a diario, en momentos de intimidad y cercanía
que nos permitirán allanar el camino de la vida y cumplir el plan perfecto del
universo de la mejor manera.
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