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Cómo mantener buenas relaciones con sus hijos

 Por Lucía Muriel

Durante la primera etapa desde el nacimiento, los niños dependen completamente de sus padres, y es cuando se crean las bases que sustentarán la relación por el resto de la vida.

A medida que crece y se desarrolla mental y psicológicamente, el niño se hace capaz de realizar pequeñas actividades por cuenta propia y poco a poco va manifestando su personalidad y carácter, pero a su vez recibe gran influencia por parte del comportamiento de los adultos. Los padres deben seguir muy atentamente todos estos cambios y brindar con amor los cuidados que el niño requiere, pero también enseñarles con paciencia a crear buenos hábitos de convivencia e independencia.

Para esto los padres deben dar ejemplo, no de tener una vida idealizada artificialmente y sin problemas, sino, de la forma amable en que los resuelven. Sólo el amor sincero, puede lograr milagros. A veces se cree que amor es igual a sobreprotección, pero esto sólo hará sentir al niño como encerrado en una burbuja y más temprano que tarde esto daña la confianza hacia sus padres y por lo tanto la relación se deteriora.

En alguna ocasión escuché que a los niños se les debe tratar como a adultos chicos, es decir, ellos pueden comprender lo que se les dice, si se usan formas y términos sencillos y claros. Los niños replican el amor auténtico, de la misma forma que lo negativo y no sólo es negativo lo que a simple vista es violento, sino también las formas sutiles de manipulación, coacción, etc.

Como queda claro, la relación entre padres e hijos es más fácil si se logra bajo la premisa de, “siempre ponerse en los zapatos del otro”, es decir, sabiendo cuáles son sus sentimientos, sus expectativas, sus necesidades que, como individuo independiente, difieren de las de otros; no son objetos fabricados con estándares predeterminados. En términos generales, la atención que los padres presten a su propio crecimiento y madurez, hará que sea más fácil brindar a sus hijos con acierto lo que ellos requieren para que se conviertan en adultos sanos y felices.

Los padres deberían aprender algunas técnicas de relajación y meditación que les ayude a liberarse del estrés y las presiones, y disponer de espacios de diálogo y esparcimiento sano. Hoy como nunca se hace necesario atender no sólo a las necesidades físicas de nosotros y nuestras familias, sino también a los requerimientos espirituales.

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