De vez en cuando nos encontramos con habilidades creativas o académicas en ciertos niños a los que reconocemos como niños genios. Son genios en una habilidad u otra. Un niño de 4 años toca hábilmente notas largas en el piano, un niño de 7 años escribe un código de software complejo mientras que otro recita las escrituras a los 5 años.
Cuándo y de quién aprendieron estas habilidades, especialmente cuando nadie en su familia está inclinado o entrenado en lo mismo. Además, artistas famosos, músicos, ingenieros y deportistas a menudo muestran su talento a una edad muy temprana y la mayoría de ellos no lo heredan de sus padres o familiares.
La sabiduría espiritual nos enseña que cada acción realizada por un alma después de tomar un cuerpo físico se registra en el alma como un sanskar o hábito. Nuestros recuerdos de personalidad son una suma total de nuestra naturaleza, talentos e inclinaciones.
Aplicando esta comprensión, el talento de un genio fue aprendido, nutrido y dominado en su nacimiento anterior. Al estar registrado en el alma, el talento se lleva adelante. El alma repite o reproduce el talento en este nacimiento, en algunos casos en la propia infancia. En resumen, el genio es una experiencia. Creemos que es un regalo o un talento, pero es fruto de una profunda y larga experiencia en muchos nacimientos.
Algunos de nosotros somos almas mayores que otros porque hemos estado en el escenario mundial durante más tiempo y, por lo tanto, hemos cubierto un viaje de más nacimientos. Tales almas llevan adelante experiencias que son mucho más profundas y más largas que otras.
Este entendimiento ayuda a los padres a fomentar el talento inherente en los niños en lugar de esperar que sean como quieren que sean.
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