Por Elsa María Fríes
Era patrón común en muchas culturas antiguas educar en lo mejor y más elevado a aquéllos que tendrían sobre sus hombros la responsabilidad de gobernar, así conseguían que los educandos apropiaran los valores personales y sociales más estimados por su propia cultura y que al gobernar se mostraran como hombres recios cuyo primer dominio era el sí mismo, en contrario, hoy por hoy son muchos los gobernantes en el mundo que son ejemplo del dejarse llevar por vicios y pasiones propias incontroladas.
En la esfera de las personas comunes la situación es
igual, es corriente que, aunque no tengamos control de nosotros mismos, aunque
no seamos capaces de dominar nuestras debilidades, pretendamos controlar a los
demás y, sin ningún derecho moral, juzguemos críticamente sus acciones.
Por lo anterior en este momento les invito a reflexionar
sobre una figura muy especial de las tradiciones cristiana, judía y musulmana,
el arcángel Miguel, quien simboliza el alma que está dedicada a Dios por
completo y le ama tanto que derrota a Satanás conquistando los más estimados
valores espirituales, un extraordinario guerrero espiritual.
El arcángel Miguel es el Príncipe de la Luz, el líder de los ángeles, su nombre significa “El que es como Dios”, con amor y conocimiento espiritual él fue capaz de conquistar al enemigo que es la propia impureza, la propia maldad, constituyéndose en un extraordinario ejemplo de quien triunfa sobre su negatividad y consigue el pleno dominio de sí mismo.
Así como un guerrero renuncia a todas las comodidades y
relaciones y sólo mantiene la batalla y la victoria en su intelecto,
manteniéndose involucrado en cumplir su meta, de la misma forma podemos revisar
si mantenemos esos dos aspectos claramente en nuestra consciencia, ¿estoy
batallando suficiente contra mis debilidades, vicios y defectos tal que pueda
triunfar en esta batalla?
Un guerrero es valiente y está alerta, siempre lleva consigo sus armas, a nivel espiritual, las armas son los poderes del alma:
El
poder de retraerse del dominio de los sentidos y la cultura material para
centrarse en la conciencia de ser siempre un pacífico ser espiritual.
El
poder de poner un punto final en la mente a las situaciones del pasado y
soltarlas
El
poder de tolerar toda clase de situaciones y de personas enfocándose en
observar y tomar la riqueza de los valores de las diferencias personales y
culturales.
El poder de adaptarse a lo que sucede en
el entorno aprovechando cualquier oportunidad para crear beneficio.
El
poder de discriminar lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, lo temporal
de lo eterno, lo superficial de lo sutil y valorar correctamente los pensamientos
palabras y acciones propias y de los demás.
El
poder de juzgar los propios pensamientos palabras y acciones en un estado
mental imparcial y ecuánime para tomar decisiones claras, rápidas, precisas y
sin prejuicios, y actuar correctamente manteniendo el equilibrio necesario en
todas las cosas.
El
poder de afrontar que le permite observar y ver más allá de los problemas y las
dificultades y tener valor para encarar cualquier situación de forma positiva.
El
poder del amor por Dios que le transforma y hace que se sienta inspirado a
cooperar con lo que se requiera hacer.
Esta es la batalla que libra a cada instante un guerrero espiritual poderoso, con fe completa en la victoria. Adelante amigos, mucho ánimo, guerreros espirituales, todos podemos tomar el ejemplo del arcángel Miguel y hacernos angelitos para el propio beneficio, el de nuestra familia, el de la comunidad que nos aloja, y el del mundo entero.
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