Por Elsa María Fríes
La paz es energía, una energía
cualitativa que emana constantemente de Dios, la única fuente eterna de paz, y
esta maravillosa energía divina pone a las personas y a las cosas en un orden
equilibrado.
La paz no es una actitud pasiva, es un
estado activo en el cual estamos constantemente atentos y determinados para
vivir y responder como seres de paz frente a cualquier violencia que nos
presente la vida, por ello implica ser valientes y estar siempre alerta.
Para el ser interior que todos somos es
innato ser pacífico, amoroso y feliz, por ello todos buscamos, a través de
todas nuestras acciones, los ideales de la paz, el amor y la felicidad.
Reconocer que la paz es una cualidad original del alma humana significa dejar
de buscarla en el exterior.
Mediante la conexión con Dios, la única
fuente eterna e ilimitada de paz, el ser interno fortalece la propia paz, en su
forma más pura, como silencio lleno del poder de la verdad.
La paz individual está compuesta de
pensamientos puros y pacíficos, de sentimientos puros y pacíficos y de buenos
deseos para todos los seres humanos y para la naturaleza en todo el planeta.
Cuando las energías del pensamiento, de la palabra y de la acción están en
equilibrio, estables y libres de violencia, la persona está en paz consigo
misma, con todos sus relacionados y con todo el mundo.
Ejercitar el poder individual de la paz
tiene su punto de partida en el principio fundamental de la espiritualidad:
mirar hacia adentro para después mirar hacia afuera con valor, determinación y
propósito. El primer paso en este proceso requiere un examen cuidadoso de
los propios pensamientos, sentimientos, motivaciones y actitudes para luego
transformar lo que sea necesario cambiar.
Restablecer la paz en los ámbitos
social, económico, político y otros aspectos de la sociedad supone comenzar por
conocerse y mejorarse a uno mismo para así aportar positivamente al entorno.
La puerta que nos lleva a elevar nuestra
conciencia y al fortalecimiento de nuestras cualidades innatas es el
pensamiento “Yo soy un alma de paz”, este es el pensamiento más poderoso
que se puede tener, y, cuando lo tenemos frecuentemente, aquieta de manera
inmediata la inquietud de la mente y crea la estabilidad necesaria para acumular
fortaleza y recuperar la paz.
Crea paz en tu mente y crearás un
ambiente y un mundo de paz a tu alrededor.
Siembra semillas de paz en el presente y
crearás una vida de paz para el futuro.
Da paz y la vida y el mundo te
devolverán paz.
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