Por Carmen Alicia Fríes
Un día la joven recién casada decidió que era hora de invitar a su suegra a su nuevo hogar. Y como no confiaba en sus habilidades culinarias, pidió a su mamá la receta de la abuela, la de esa torta que nunca falla. Mamá le envió la receta en un email al momento feliz de ayudar a su hija a lucirse con su nueva familia.
La hija leyó la receta, tomó apuntes de los ingredientes y al final
encontró algo que le pareció un tanto extraño, la receta decía: … Y al momento
de desmoldar cortar antes dos tajadas, una de cada lado. No quedó convencida de
la utilidad de ese último paso y llamó a su mamá, le comentó y la respuesta
fue:… “no se… así siempre lo hizo mamá”.
Ante eso, la hija decidió ir a la fuente y llamó a la abuela, con la misma
pregunta. La respuesta esta vez fue: “querida,
es que yo solo tenía un plato más pequeño que el molde y no cabía la torta
completa”.
Cuántas veces hemos seguido formulas ajenas infalibles, que ‘nunca fallan’,
un “te lo garantizo”… y al final no funciona. Hoy mismo puedes ver miles de anuncios,
consejos o comentarios dando la fórmula perfecta que van desde el aspecto
físico, hasta las creencias religiosas pasando por la salud, las finanzas y la
educación.
Y como en nuestra historia de hoy, a la abuela le funcionó, estaba ajustado
a sus condiciones, la mamá lo siguió al pie de la letra sin pensarlo dos veces
y la hija no cuestionó las habilidades de su abuela, si así fuera no hubiese
pedido la receta, pero su atención fue atraída por un detalle.
Igual sucede en nuestras vidas, en algunas ocasiones somos la abuela
creadora de métodos o fórmulas propias que funcionan, en otras somos seguidores
fieles y en otras somos cuestionadores. Es la condición humana.
Aquí lo importante es saber distinguir y aceptar el rol del momento: cuándo
ser creador, cuando el que sigue y en qué ocasiones quien considera y ajusta.
Todos tenemos creatividad que se expresa de un modo u otro. Pero no todos
seremos famosos o reconocidos por ello. Lo importante es saber usar el momento
creativo, compartir con alguien tu creación, mientras más generoso sea el
compartir más creador o co-creador te vuelves. Dejas el ego de lado y aceptas
que las personas usen y modifiquen tu creación.
Confío en aquel a quien sigo no por un apasionamiento
emocional sino por un raciocinio y un resultado que surge de la experiencia
vivida; tomo de quien me da con amor.
Y por último, ajusto a mis
condiciones de vida, de ser, de mi personalidad y mis metas, y del rumbo que le
quiero dar a mi vida, lo que los demás me ofrecen.
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